La necrosis pulpar es un problema dental común entre la población general y una de las razones más frecuentes para la extracción de dientes. Este artículo describe las causas, los síntomas y los pasos del tratamiento para evitar futuras complicaciones. La pulpa es el centro del diente, situado debajo de la dentina. Está formada por vasos sanguíneos, nervios y tejido conectivo fibroso. Si alguna de estas estructuras más internas se lesiona o enferma, puede provocar una necrosis pulpar. Esta dolorosa afección puede producirse tras un traumatismo dental, por ejemplo, a causa de una caries, una enfermedad periodontal o el fracaso de un tratamiento endodóntico, o como resultado de enfermedades sistémicas como la diabetes mellitus o el hipertiroidismo, que afectan a la salud bucodental.
Síntomas de necrosis pulpar
Como la pulpa es la parte del diente que muere en caso de necrosis, los síntomas de la muerte pulpar van desde una leve irritación o molestia hasta un dolor intenso y debilitante. Sin embargo, dado que los síntomas también están presentes en otras enfermedades de la cavidad oral, es importante saber distinguirlos. El dolor es el principal que suele describirse como pulsátil, punzante o doloroso, que puede desencadenarse con determinados estímulos, por ejemplo, comer ciertos alimentos, beber líquidos fríos o cambios de temperatura. Los síntomas más comunes de la necrosis pulpar son:
- Dolor
- Sensibilidad
- Inflamación de los tejidos que rodean el diente
- Decoloración del diente
- Dolor de muelas
- El dolor preexistente en el diente puede aumentar en intensidad con la necrosis
- Un cambio en la sensación de presión al morder
- Un cambio en la apariencia, como la inflamación de la encía, que puede provocar un cambio en el color de los tejidos que rodean al diente
- Formación de un pequeño absceso o hinchazón con pus alrededor del diente
Causa de la necrosis pulpar
Existen diferentes causas para la necrosis pulpar, entre ellas la caries, la periodontitis, el fracaso del tratamiento endodóntico, las enfermedades sistémicas, los traumatismos y otras. Dependiendo de la causa, el pronóstico y el tratamiento son diferentes.
- Caries: la caries dental puede evolucionar hacia la necrosis pulpar en dientes especialmente frágiles, como los dientes con grandes empastes.
- Periodontitis: las encías infectadas pueden hacer que las bacterias entren en el sistema de conductos radiculares, y la infección puede extenderse a la pulpa.
- Tratamiento endodóntico fallido: un tratamiento de conductos incompleto puede provocar la entrada de bacterias en el diente y la propagación de la infección a la pulpa.
- Enfermedades sistémicas: los trastornos, como la diabetes y el hipertiroidismo, pueden afectar a los tejidos orales y provocar una necrosis pulpar.
- Traumatismos: las lesiones en la boca, como un golpe en la cara, pueden provocar una necrosis pulpar.
- Otras causas: la fractura del diente, la inflamación de las encías, un diente agrietado y un diente demasiado largo o demasiado corto son otras posibles causas de la necrosis pulpar.
Tratamiento de la necrosis pulpar
Dependiendo de la gravedad de la necrosis pulpar, las opciones de tratamiento más comunes son la extracción del diente o la endodoncia. La extracción se recomienda si hay signos de infección, como hinchazón y formación de pus. Si es posible, se debe optar por la endodoncia para salvar el diente. Dependiendo de la gravedad del caso, el tratamiento puede variar desde los antibióticos hasta la endodoncia, que conlleva el riesgo de infección y posterior pérdida del diente. La endodoncia es el tratamiento recomendado para la necrosis pulpar. Se trata de un procedimiento para eliminar la pulpa, limpiar el conducto radicular y rellenar el diente con un material para sellarlo. La pulpa se extrae y el sistema de conductos radiculares se limpia a fondo bajo anestesia local, que puede ser un sedante o anestesia oral.
Pronóstico de la necrosis pulpar
Si el dentista es capaz de diagnosticar y tratar la afección a tiempo, el pronóstico suele ser positivo. Si la afección progresa y se corta el riego sanguíneo, se produce la necrosis, y el diente se vuelve cada vez más sensible y doloroso. Si la infección no se trata, puede extenderse a las encías circundantes y provocar su inflamación. Si la pulpa está gravemente dañada, el pronóstico es malo. En estos casos, se suele recomendar la extracción del diente para evitar más daños en las encías circundantes y en la salud general del paciente. Si la pulpa está parcialmente dañada, el pronóstico es mejor, pero el diente puede seguir sufriendo complicaciones, como infecciones y aumento de la sensibilidad.